Revista Tierra Adentro 51, La ciencia ficción

Conviene recordar que el propósito de nuestra revista es, sustancialmente, constituirse en vehículo idóneo para la difusión de la literatura y el arte de las nuevas generaciones del país. Originarios de espacios del territorio nacional diversos de la capital. Ciertas temáticas y la difícil escisión de los asuntos aquí tratados nos hacen, con cierta frecuencia, ser flexibles respecto de criterios de residencia o pertenencia natal de nuestros colaboradores. Éste es el caso de la presente entrega, en la cual los lectores verán que Tierra Adentro se emparienta hoy con aquélla de Hugo Gernsback, Amazing Stories (1926), supuesta primera publicación periódica dedicada en términos exclusivos a la ciencia ficción. Esta vertiente literaria, más antigua que su propia denominación y tan llena de posibilidades como la imaginación misma, se ramifica en nuestro país aún con cierta timidez; aunque se halla suficientemente esparcida en nuestras ciudades, no ha logrado todavía el vigor necesario para practicar en ella divisiones territoriales. Desde que la isla voladora de Laputa, avistada en julio de 1707 a 46 grados de latitud norte y a 183 de longitud –aproximadamente a la mitad del camino entre Japón y Oregon-, penetró en nuestros sueños científicos y en las realidades del emperador Balnibarbi, se tendría una línea de continuidad de Verne a Wells, Lovercraft, Huxley, Orwell, Asimov y Bradbury, Así, el poeta, el crítico social, el filósofo, pero fundamentalmente el escritor con nostalgia de lo que no ha vivido, nos anticipa la relativa temporalidad de las nuevas utopías. Tierra Adentro ha escuchado a un grupo numeroso que busca espacios y los encontró, no solamente en estas páginas sino en una de nuestras publicaciones del Fondo Editorial. Schaffler, Porcayo, Velarde, Padilla. Trujillo, Schwarz y un joven de 16 años, Jesús R. B., nos anticipa un futuro literario a través de un género de suyo vidente. Por ello, Julieta Montelongo nos introduce a la divulgación científica y sus efectos en la niñez, y conocemos las apreciaciones personalísimas del único astronauta de este país después de Quetzalcóatl, el científico Rodolfo Neri Vela. Aledaño de estas páginas de anticipación, Francisco Tario está presente con un fragmento inédito de esa novela que se sabe existe, pero no está impresa: Jardín secreto. Alejando Toledo ensaya interpretaciones de su escritura. La poesía joven está representada en este número por los textos de José Juan Armenta, Blanca Margarita López Alegría, Óscar Monter, Lourdes Olmos, José Rauden, Félix Suárez y Citlalli H. Xochitiotzin, autores originarios de distintos estados de la República. Hoy, premeditadamente, nuestras páginas de plástica han sido dedicadas a la más vigorosa expresión geométrica de nuestra escultura contemporánea: Sebastián. Sus formas extraídas de la mineralidad, desdoblan cristales que sólo conocen el científico preciso y el propio escultor, merced a la monumentalidad de los espacios que conquista.