Mañanas de Belén Galindo. 11. Testimonio musical de México, volumen 61

Se dice que hasta mediados del siglo pasado la institución familiar en Zacatecas estaba organizada con un sentido católico-medieval, pues la mujer carecía del derecho a elegir hombre ya que el padre le señalaba el futuro. Aunque esta costumbre fue superada, quedó sin embargo la idea de mantener al sexo femenino en la minusvalía, en la retaguardia y no fue sino hasta la época porfiriana cuando se permitió a la mujer figurar en la vida universitaria y últimamente en los negocios y en la política; por eso es que los corridos que se interesan por los asuntos femeninos son escasos.En regiones hasta hace poco apartadas y carentes de vías de comunicación, como Nieves, las costumbres habían permanecido casi inalterables. Gentes hay en dicho lugar que alcanzaron a conocer a Hipólito Mendoza, aquel charro pueblerino que un día, allá por los ochenta, cometió uno de los crímenes pasionales más recordados en la comarca. Aquí, como en el caso anterior, la muerte es por intrigas, las cuales, en boca de la madre de Hipólito, ponen en entredicho el honor de éste: “Belén tiene tres ‘queridos’/ tú lo puedes remediar”. Y más cuando le advierte, hiriéndole el amor propio: “la gente se va a burlar”. Al escuchar las palabras de su madre, de quien no puede dudar, a Hipólito no le queda más que salvar la deshonra de su hogar a la mexicana. A esto se debe que, por años y aun por décadas, el pueblo culpó más a la madre del homicida que a éste, pues consideró que ella era la autora intelectual de la muerte de aquella mujer pía y poética, así como católica militante que, se dice, fue Belén Galindo.