Reflection on the oracle

La vida de Leonora Carrington padeció una serie de eventos desafortunados. El contexto histórico de su juventud con el golpe de estado de Francisco Franco y la amenaza nazi la ponen en contacto con circunstancias desoladoras. En paralelo, sufre la separación de Max Ernst, su primera relación sentimental significativa. Sufre además una brutal experiencia de violación que culmina en una crisis nerviosa y la decisión de su familia de internarla en un hospital psiquiátrico de Santander, España, en donde su situación se agrava haciéndola víctima de los métodos de la teoría psicoanalista que consideraron su creatividad y sensibilidad como la características responsables de su enfermedad. En consecuencia, soporta tratamientos tortuosos, enfocados en apagar su imaginación. Años después, Leonora fue dada de alta del psiquiátrico; sin embargo, su familia vuelve a internarla en un hospital en África. Sabiendo que su ida no tendría retorno, Leonora recurre a la embajada de México para pedir asilo como refugiada. Es aquí donde se encuentra con Remedios Varo, su cómplice de vida y fuerte influencia artística. Con ella, por primera vez el arte no simboliza un detonador de enfermedades, sino un recurso para la sanación y reconciliación del cuerpo y la mente. Reflection on the oracle retoma su gusto por el mito y la esotería e ilustra un ritual donde tres seres fantásticos — que más adelante se reconocen en las esculturas del Albino Hogg y El nahual del mono — se reúnen para consultar un oráculo en busca de respuestas. En esta escena, Leonora juega con los elementos de su cuadro para enfatizar la sensación de equilibro y tranquilidad de los tres personajes principales, al colocarlos en medio de un cuarto repleto de aves que revolotean por toda la habitación; la cara sorprendida de un testigo se asoma por la ventana al lado izquierdo. Su composición enmarca dentro de un mismo espacio diferentes acciones y emociones. Este cuadro es uno de los muchos donde Leonora inventa una serie de personajes zoomorfos y antropomorfos considerados como alucinaciones en ciertas interpretaciones, que son resultado de la creatividad surrealista del arte de Carrington. Esta obra fue entregada para formar parte de la colección del Museo de Arte Moderno por el Sr. Carlos Michaus, Jefe de la Oficina de Registro de Obra, en 1970. En un lote de 384 pinturas y 144 esculturas, fue la obra marcada con el número 47 de la lista.