Los hilos

Pintor y caricaturista originario de Guadalajara, Carlos Orozco Romero se caracterizó por su espontaneidad y subjetividad pictórica. El año de 1928 marcó su paso de la caricatura y el dibujo a la pintura. Hacia finales de la década de los treinta se consolidó como exponente de la pintura moderna mexicana a través de dos exposiciones, una realizada en la Contemporary Art Exhibition en San Francisco y otra en la Feria Mundial e Internacional de Nueva York. Durante el auge de su carrera, el pintor elaboró Los hilos, cuadro con el que se reconoce la consolidación de un estilo propio, caracterizado por el empleo de figurillas movidas por hilos imaginarios que remiten a un títere o un maniquí. La construcción de ambos individuos sucede a partir de una dualidad: hombre y mujer, luz y sombra, tonalidades claras y obscuras. Las figuras esquemáticas adquieren un carácter metafísico de la expresión corporal producido por la atmósfera ceniza y pastel que los compone y rodea. La influencia histórica de dichas figurillas pudiera basarse en las tres moiras: Átropo, Cloto y Láquesis, personajes míticos griegos cuya función era regular la vida de cada mortal con ayuda de un hilo que la primera hilaba, la segunda enrollaba, y la tercera cortaba cuando llegaba el final de esa existencia.