La serpiente de El Eco

La formación multidisciplinaria del alemán nacionalizado mexicano Mathias Goeritz en arquitectura, escultura, pintura, poesía e historia del arte le dieron las herramientas necesarias para ser el creador del concepto de "arquitectura emocional", disciplina que ejemplificó en la creación del Museo Experimental El Eco, obra de arte total para ser vivida como un acto emocional en contraposición al funcionalismo imperante a mediados de los años 50 del siglo XX. Su obra escultórica es una serpiente hecha de acero; un cuerpo de reptil formado de líneas en ángulo que forman una especie de "M", pensada para ser uno de los elementos constitutivos de dicho museo, es una pieza considerada un precedente del minimalismo por la pureza de sus volúmenes y la sobriedad de su forma. El propio artista la pensó como una suerte de gráfica de temperatura en combinación con el aliento prehispánico. Descontextualizada de su entorno original, La serpiente de El Eco perdió el potencial de luz y sombra para el cual fue diseñada, ya que la intención de Goeritz era crear además un mural grisaille, mediante la proyección de sus formas en una superficie de más de cien metros cuadrados en el Museo El Eco. Esta pieza es donación al Museo de Arte Moderno del Ingeniero Gilberto Múzquiz a través del Ing. Dagoberto Núñez en diciembre de 1972.