Músicas dormidas

Rufino Tamayo es considerado el puntal de la innovación formal y de propuesta universalista de la vanguardia moderna, posterior al muralismo mexicano. Su avance paulatino de la figuración hacia la semi abstracción, así como su exploración del color como protagonista de la obra, son propios de su estilo distintivo. Para la década de 1950, Rufino Tamayo era el artista mexicano más reconocido a escala local e internacional. En Músicas dormidas, una de sus obras más relevantes por cohesionar su ideario visual, la paleta restringida de negro, gris, azul y amarillo tiñe el espacio indeterminado donde yacen dos musas de anatomía geométrica, en posición de descanso, acompañadas por una mandolina en escorzo como vestigio de la vigilia. A su izquierda, un muro hace las veces de cabecera. Al fondo se divisa el amanecer con un cielo azul de luna negra. La referencia musical de la pieza proviene de algunos elementos de la biografía del artista: recuérdese que su esposa Olga había estudiado en la Escuela Nacional de Música, donde él la conoció al realizar el fresco El canto y la música, y que él mismo deseó como primera vocación ser músico. Esta pieza se presentó en la XXVI Bienal de Venecia y posteriormente fue adquirida por el INBA a través de Fernando Gamboa. Se autoriza su transferencia para resguardo al Museo de Arte Moderno. En custodia hasta el 2006 en el Centro Nacional de Conservacion y Registro del Patrimonio Artistico Mueble.