El hechicero rojo

Entre el gran universo de los impresos religiosos del siglo XIX, destacan las hojas volantes cuyo frente está completamente ocupado por la imagen de una virgen o una santa, que se imprimieron en el taller de Antonio Vanegas Arroyo. Gracias a estas hojas, las clases más humildes pudieron poseer la imagen de un santo o una virgen para su culto doméstico, a bajísimos precios. Además de las imágenes, las hojas incluían el relato de algún milagro llevado a cabo por la virgen o santo en cuestión u oraciones que los fieles podían ofrecerles.Esta hoja volante representa a la santa conocida, en México, como Santa María del Cervellón pero cuyo nombre real era Santa María de Cervellón o María del Socorro, una santa mercedaria originaria de la ciudad de Barcelona. En el grabado de José Guadalupe Posada, esta santa aparece parada en una nube y vestida con el hábito de la Orden de la Merced. Con la mano derecha sostiene un pequeño barco, mientras con la izquierda recoge su manto y con su brazo sostiene un lirio blanco, símbolo de pureza. Esta representación iconográfica se debe a que se le atribuye el milagro de asistir a naves a punto de encallar en el mar, por lo que se le invoca para evitar naufragios. En el reverso, se narra el milagro con el que la santa favoreció a León López, quien se cayó de un barranco regresando de una fiesta y gracias a la oportuna plegaria que hizo a Santa María del Cervellón, adorada durante años por su familia, salió ileso. En la parte inferior se encuentran unas coplas que narran el mismo episodio. Entre las dos columnas del texto, hay otra imagen de la santa, con los mismos atributos que la imagen del anverso; sin embargo, por su tamaño, el dibujo es más burdo y algunos detalles se pierden.