La máscara

Documentada en distintas fuentes, la obra corresponde al título El imperialismo y la guerra, una estampa litográfica en pequeño formato que fue utilizada para la ilustración de una de las primeras hojas volantes editadas por el Taller Editorial de Gráfica Popular (TEGP). Si bien en aquellas referencias su realización quedó acreditada en 1937, las líneas impresas que acompañan la imagen en la hoja volante presentan un fragmento del informe que rindió el general Lázaro Cárdenas, en su calidad de presidente de la República, durante el acto de apertura de la sesión ordinaria del Congreso de la Unión, el primer día de septiembre de 1938: "…llevar a la conciencia de las masas populares, la convicción de que la necesaria eliminación de las guerras imperialistas depende de la solidaridad de los trabajadores… El Congreso Pacifista de todos los trabajadores libres del mundo, significará las más enérgica y universal reprobación de los falsos principios de libertad que se invocan para encubrir las finalidades especulativas de los capitanes de industria…". Ya sea que la litografía haya sido realizada por Méndez en 1937 y se empleara un año después para la edición del impreso del TEGP, o bien que la fecha haya sido mal consignada en algunas referencias, la imagen refuerza la retórica expresa en las palabras del general Cárdenas, quien en el discurso citado enfatiza la condena de México a "toda guerra de conquista o de invasión a la soberanía de los pueblos" y a la búsqueda de una "fuerza superior y efectiva contra las guerras imperialistas y los bombardeos de ciudades abiertas". En las líneas que siguen en el discurso, aunque no fueron incluidas en la hoja volante, Cárdenas alude a la celebración del primer Congreso Nacional de la Confederación de Trabajadores Mexicanos [sic], realizado en 1938, en el que se aprobó la realización de un encuentro mundial de trabajadores para condenar la guerra. Este último evento tuvo lugar en nuestro país, nueve días después del informe presidencial de ese año, y en el acto inaugural también participó como orador el general Cárdenas. Leopoldo Méndez configuró un personaje monumental, una alegoría que representa los intereses bélicos e imperialistas condenados en el texto: sus piernas, conformadas por un par de fusiles y bayonetas, se extienden sobre una ciudad devastada por las llamas. De sus extremidades superiores, sendos cañones, emergen dos banderas con las simbologías del nazismo y el fascismo ?la esvástica y fascio romano?, las cuales, en su despliegue, ocultan el rostro del personaje apenas cubierto por un sombrero de copa, característico en múltiples representaciones satíricas de la identidad capitalista.