Revista Tierra Adentro 149-150, Retrato hablado de Juan José Gurrola

Los más de treinta años de la revista Tierra Adentro han supuesto un periplo quizás sin precedentes en nuestra cultura literaria. Cientos de nombres de todas las generaciones han aparecido en sus páginas, entre ellos la mayoría de los escritores indispensables del México de hoy. Como es inherente a una realidad hecha de tiempo como una revista, cada ciclo supone una renovación, un intento de enriquecimiento, la búsqueda de caminos no explorados con anterioridad. Hace tres décadas, sus creadores, entre ellos muy destacadamente don Víctor Sandoval, eligieron una ceiba como logotipo de una revista de interés multidisciplinario y regional que se fundaba en la ciudad de Aguascalientes. No es en vano que aquellos primeros editores hayan elegido ese árbol y tampoco lo es que esta revista lo haya recuperado no hace mucho y lo confirme ahora como emblema. Se dice que para los mayas cada ceiba señalaba, con su rotunda presencia, el centro del mundo. Si se piensa que esta revista ha sido parte del esfuerzo por la descentralización de los bienes y los servicios culturales mexicanos, y ahora más que nunca de la vinculación entre las entidades del país, no se puede sino celebrar dicho símbolo como afortunado: en el lugar en el que se presente Tierra Adentro, aquel del que provengan los creadores a los que se dé espacio, ese lugar será, por lo menos entonces y a partir de ahí de manera permanente, el centro de nuestra cultura. A lo largo de los últimos dieciocho años, desde que pertenece al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, esta revista ha ensayado las más diversas fórmulas, desde el retrato minucioso de nuestra literatura y nuestras artes plásticas planteado monográficamente por regiones, hasta la invitación a directores huéspedes responsables de temas a veces impensables desde el Distrito Federal. En esta nueva época, Tierra Adentro abre sus páginas más decididamente que nunca a las propuestas y las búsquedas de los más jóvenes, asumida como centro móvil a lo largo y ancho del país, y haciendo de la periferia el eje, de sumo interés lo nuevo, y decisivo lo que ocurre fuera de la capital del país.