La Chichalaca. 15. Testimonio Musical de México, volumen 54

Estaba la chichalaca arriba de un corongoro; el chichalaco en el suelo escarbando como toro. Chichalaca de mi vida, chichalaca de mi amor, tú me robastes el alma, la vida y el corazón. Estaba la chichalaca. Estaba la chichalaca arriba de un palo seco; el chichalaco en el suelo muriéndose de culeco. Chichalaca de mi vida, chichalaca de mi amor, tú me robastes el alma, la vida y el corazón. Estaba la chichalaca. Estaba la chichalaca arriba de una enramada; el chichalaco en el suelo nomás los ojos pelaba. Chichalaca de mi vida, chichalaca de mi amor, tú me robastes el alma, la vida y el corazón. Estaba la chichalaca.

Este ejemplo se conoce en la Tierra Caliente y la Costa Sierra de Michoacán, Jalisco, Colima y parte de Guerrero. Fue de los sones que imitaban coreográficamente al animal que le da nombre; en este caso el bailador se bajaba de la tabla y empezaba a saltar en cuclillas, moviendo los brazos como lo haría un ave, para lo cual buscaba una manta o un rebozo que se echaba en la espalda, quedando las puntas o extremos sujetos por las manos, de tal forma que sus brazos parecían los de la chachalaca (o chichalaca). Una vez que terminaban los versos y comenzaba el estribillo, el bailador se subía rápidamente a la tabla y arropaba a la bailadora, para que cuando empezara la frase musical del violín pudiera seguir zapateando. Actualmente los jóvenes ya no saben cómo se baila.