El flautista

La obra de Remedios Varo se distingue por evocar paisajes pertenecientes a un mundo repleto de misticismo y paisajes oníricos. Originaria de Cataluña, Remedios se desenvuelve desde su niñez con creatividad y gran curiosidad. Su interés por el arte se despierta desde muy temprana edad, fomentado por su padre quien solía llevarla al Museo del Prado, lugar donde quedó perpleja con los cuadros del Bosco; durante sus estudios, la artista destacó entre sus compañeros como una estudiante prometedora. La obra exhibe una poesía narrada en forma de imagen: el paisaje nos remonta a un tiempo arcaico dentro de un mundo alterno, quieto, silencioso y de ensueño, donde las curvas son símbolo del sonido que transportan con sutileza los fósiles que construyen la torre octagonal del fondo. El hombre que surge del montículo de la izquierda simboliza la figura de un ser consciente que ha adquirido la capacidad de crear por medio de las vibraciones de la música, logrando contribuir a la armonía del universo. El tema alude a la "Teoría de las octavas", de gran envergadura dentro de la alquimia y la esotería ya que en ella se plantea que el universo está organizado a partir de vibraciones divididas en ocho partes. Esta idea se reutilizó eventualmente en la música, dando lugar al descubrimiento de la escala musical. La pieza fue donada al Museo de Arte Moderno el 27 de febrero de 2002.