A cual mas afinado

La presente gráfica de Leopoldo Méndez, una estampa de 1932 realizada a partir de una talla en madera, ha sido objeto de atención de historiadores del arte que han interpretado la imagen en múltiples estudios, al tratarse de una contundente pero compleja obra sobe el ambiente artístico de la época y en la que se construye una representación satírica de destacadas personalidades de la escena cultural del momento. Más aún, por el contexto que enmarca la edición de la estampa, en tanto que sirvió para ilustrar un cartel publicado por la Beneficencia Pública en el Distrito Federal, con motivo de la supuesta transmisión de un "Radio-concierto por dementes de La Castañeda" el 24 de febrero de ese año a través de la frecuencia de la XFEO, la estación del Partido Nacional Revolucionario, entonces en el poder.Si bien está documentado el pleno reconocimiento que guardó Méndez por los protagonistas del movimiento muralista, la escena retrata mordazmente a cuatro figuras clave del arte y la cultura mexicana de la época mediante la incorporación de distintos símbolos y atributos: por un lado a Diego Rivera, quien percute un teponaxtle envestido con una capa y lo que parece ser un penacho, "a manera de rey o príncipe azteca" , en alusión tal vez a la idealización del pasado indígena reivindicada por el creador guanajuatense; abajo a la derecha, con las piernas flexionadas, se distingue coronada la figura del combativo pintor David Alfaro Siqueiros, quien tañe un arpa cuyo arco es distintivamente una hoz, en alusión a la militancia comunista del muralista: se trata, en la interpretación de Deborah Caplow, de una alusión al "El rey David" , monarca israelita identificado con la guerra y la música.La obra fue realizada un año antes de la fundación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, mientras su autor militaba en el Partido Comunista Mexicano (PCM) y se desempeñaba como Jefe de la Sección de Dibujo y Artes Plásticas de la Secretaría de Educación Pública. Para entonces, Rivera y Siqueiros habían sido expulsados del PCM, el primero acusado primordialmente de colaborar con el gobierno y con empresas estadounidenses, pero sobre todo por su filiación trotskista y su distanciamiento de la línea hegemónica estalinista; el segundo, entre otras razones, por no "subor¬dinar sus inclinaciones afectivas y sus asuntos personales a sus deberes de comunista, [violar] la disciplina del Partido… [faltar] a la honradez revolucionaria… [y] por último, [representar] en el Partido una tendencia derechista y oportunista que en muchos puntos fundamentales coincide con la llamada 'oposición comunista’ " . Arriba de ellos, de pie, el pintor Gerardo Murillo ―el Dr. Atl― agita un par de matracas mientras Moisés Sáenz corresponde al gesto de los otros personajes blandiendo una campana que empuña en su mano derecha. La representación satírica del polemista Dr. Atl es evidente en su carácter de agitador y deriva de las posiciones ideológicas, políticas y artísticas que acuñó el pintor, al grado de ser considerado "fascista" por sus detractores y sus colegas identificados con el comunismo y el arte social. Por último, destaca el último personaje de "los cuatro evangelistas", el indigenista y pedagogo Moisés Sáenz, quien a partir de la década de 1920 ocupara distinguidos puestos en la Secretaría de Educación Pública y destacara en la implementación de las políticas educativas durante los gobiernos posrevolucionarios y de las Misiones Culturales, en las que también participara como maestro Leopoldo Méndez. Sin embargo, el que fuera también presidente de la Junta de la Beneficencia Pública entre 1930 y 1931, fue tildado de "pocho" y "agente del imperialismo yanqui" , debido a su formación religiosa protestante y por estudiar en los Estados Unidos, donde asimiló los modelos pedagógicos de John Dewey, los cuales promovió como funcionario.Al centro de la imagen destaca la figura de "Dios padre", quien contempla el "concierto de locos" protagonizado por "cuatro figuras a las que el PCM consideró falsos profetas" y que se vieron inmersos en distintas polémicas públicas durante un período marcado por complejas definiciones y disputas políticas, ideológicas, artísticas y culturales. Apuntando hacia esa interpretación, Deborah Caplow señala que "la audaz crítica a Rivera, Siqueiros, Atl y Sáenz indica que él [Leopoldo Méndez] se consideraba fuera de las controversias en las que estaban involucrados".