José Guadalupe Posada Aguilar
Uno de los temas más frecuentes en las hojas volantes publicadas por la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo fue el de crímenes y criminales. Algunas narraban crímenes reales y otras, ficticios. Independientemente de su fuente, todos los relatos contaban con una moraleja: quienes cometían un crimen debían ser castigados, ya por el sistema judicial, ya por Dios. Para Vanegas Arroyo y sus colaboradores, ciertos crímenes merecían castigos mayores —aunque eso no correspondiera con el código penal vigente—; entre ellos estaban los atentados contra la Iglesia y sus miembros, los parricidios y los crímenes pasionales. Esta hoja narra el caso de Juan Ortiz, quien no sólo cometió un crimen pasional, sino también un parricidio. Juan estaba felizmente casado con Petra hasta que, instigado por el demonio, comenzó a sospechar que su esposa tenía un amorío con su hermano. Cegado por los celos, Juan atacó a su hermano —quien sólo resultó herido— y mató, a puñaladas, a su esposa y a su padre, quien lo sorprendió con el cadáver de la primera. Inmediatamente, Juan huyó a una cueva cercana donde fue atacado por dos leones. Las autoridades policíacas se limitaron a recoger los cadáveres y a colgar el cuerpo de Juan a la vista de todos —como un castigo después de la muerte. Es evidente que el ataque de los leones es completamente ficticio. Según los estudios hechos por Elisa Speckman, Vanegas Arroyo y sus colaboradores tenían —y plasmaban en sus impresos— una concepción particular de la justicia; para ellos, los crímenes pasionales y los parricidios merecían penas más allá de lo terrenal, divinas, eternas. Ese es exactamente el castigo que recibe Juan Ortiz, una muerte violenta y arder en el infierno eternamente: "Sirva esto de ejemplo a muchos desesperados que, cegados con la venda del demonio, son entregados al infierno". Los versos con los que concluye la hoja confirman la existencia de la justicia divina: "Para Dios nada hay oculto / Pues manda siempre el castigo / Aunque quiera el enemigo / Dejar el crimen obscuro". Para ilustrar esta hoja, el grabador José Guadalupe Posada eligió el momento en el que Juan es sorprendido por su padre, tras asesinar a su esposa. En ella aparece Juan, al centro, vestido de manta, con barba y portando un puñal en la mano, con el que amenaza al anciano que está del lado izquierdo. El anciano, vestido de manta, huaraches y zarape, parece pedir tranquilidad a su hijo. A los pies del asesino se encuentra el cadáver de su esposa, rígido y con el rostro desencajado por el miedo. La decisión de Posada de no mostrar las puñaladas en el cuerpo de la mujer no disminuye la crudeza de la imagen.
Ficha Técnica | |
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Título | Versos de valentín mancera,traidos del estado de guanajuato |
Creador | José Guadalupe Posada Aguilar |
Tipo de objeto | obra gráfica |
Institución | Museo Nacional de la Estampa |
Colección | Obra grafica |
Formatos disponibles | JPG |
Periodo | Sin fecha |
Media | Imagen |
Derechos | Restringido |
Declaración de uso | Reservados |
Identificador | oai:museonacionaldelaestampa.inba.gob.mx:5820 |
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