Bacante

Esta obra fue realizada por el ginebrino Jean-Jacques Pradier, también conocido como James Pradier, quien trabajó en Francia la mayor parte de su vida. La Bacante, hace referencia al arte de la Antigüedad grecorromana por su temática y por su atención al estudio de la anatomía y las proporciones ideales del cuerpo. Puede reconocerse en esta figura escultórica a una bacante, por la corona de flores que ciñe su cabeza; sin embargo, también se la podría considerar una ninfa por estar cerca del agua representada en la base de la estatua, aunque igualmente podría pensarse que se trata de una bañista que se está quitando su túnica. Es factible también relacionarla –sobre todo por su detallado collar y su postura—, con las odaliscas tan popularizadas por Jean-Auguste- Dominique Ingres -1780-1867-. En 1813 Pradier ganó el Gran Prix de Roma, lo cual le aseguró una estancia entre 1814 y 1819 en la Academia de Francia de la capital italiana. La observación de las esculturas de temas mitológicos grecorromanos, como la Venus Calipigia, llevó a Pradier a alejarse de las normas académicas al explorar la sensualidad del cuerpo femenino, como puede observase en esta obra. Esta búsqueda es una de las principales características con las que se reconoce a este artista ginebrino, y tuvo su paralelo en el terreno pictórico en el trabajo de Ingres. Cabe aclarar que Pradier fue más sobrio en los frecuentes encargos oficiales que recibió a partir de 1821, como por ejemplo en relieves de las Victorias para la tumba de Napoleón en el Hôtel des Invalides. A dos años de que el escultor concluyera la Bacante, en México finalizaron las luchas por la Independencia. La Academia de la naciente República Mexicana , no fue ajena a estos conflictos: la producción de artística disminuyó considerablemente, así como la adquisición de piezas para sus galerías. Sorprendentemente, la compra de la Bacante se efectuó en esos años tan difíciles para el país, en los que la población general, incluyendo políticos y artistas, se enfrentaba a la definición de su identidad nacional. En una carta enviada a su hermano José, fechada el 26 de marzo de 1846, Manuel Vilar, director de escultura de la Academia Nacional de San Carlos de México durante los años de 1846 a 1860,refiere las dificultades económicas para traer obras del extranjero, "porque están acostumbrados los señores de ésta a pagar muy poco, pues nada menos que una estatua que está en la Academia, en mármol al natural de Una Bacante de Pradier, el mejor escultor francés, fue pagada en una vendida pública 200 duros." Tales afirmaciones dan pie a varias reflexiones; una de ellas es la alta estima que Vilar tenía de Pradier y su trabajo; aspecto que no debe despreciarse en el momento en que se intenten localizar las influencias de uno de los maestros de nuestra academia, así como los intereses estéticos que lo motivaban y que trasmitía a sus alumnos. Se entiende así que la Bacante formaba parte de la colección de las antiguas galerías de la Academia de San Carlos desde antes de la llegada del escultor catalán, es decir, 1846.