Lo que puede venir

Prácticamente desde su fundación, el Taller de Gráfica Popular (TGP) mantuvo vínculos con agentes e instituciones dedicadas al arte en los Estados Unidos de América. Bien sea a través de viajes de trabajo, patrocinios, encargos, exposiciones o becas, la presencia artística de muchos representantes del Taller se amplió por distintas ciudades de esa nación vecina. De igual manera, es muy notable la aportación de artistas originarios de aquel país en el desarrollo del TGP. Por otro lado, son constatables "los múltiples contactos [del Taller de Gráfica Popular] con el mercado de arte y con los sindicatos estadounidenses" . Fruto de estas relaciones destacan, en 1945, la presentación realizada por el historiador del arte Carl Oscar Schniewind en el prólogo de la edición que, sobre una selección de los grabados realizados por Méndez para el libro Incidentes melódicos del mundo irracional, editara La Estampa Mexicana; al igual que la exposición de 141 obras de Leopoldo Méndez, entre dibujos y grabados, organizada por Schniewind para el Instituto de Arte de Chicago. Sólo un año antes, el también curador de esta institución norteamericana presentó una de las primeras muestras realizadas en Estados Unidos sobre el grabador José Guadalupe Posada. Gracias a la organización de esa muestra individual de Leopoldo Méndez, fue la comisión que encargara Carl Oscar Schniewind al grabador para realizar la que sería, a la postre, una las obras emblemáticas del fundador del Taller de Gráfica Popular: Lo que puede venir, también titulada Amenaza sobre México o Lo que no debe venir, una estampa realizada a partir de un grabado en madera, cuya placa se conserva en el Art Institute de Chicago, y que se trata de una de las pocas gráficas conocidas en la que el artista se representó a sí mismo. Lo que puede venir, de acuerdo con Deborah Caplow, es la última de "sus imágenes anti-nazis" , un tema recurrente en el imaginario creado por Méndez desde su participación en la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), y se configura como una visión apocalíptica de un momento específico de la historia de México y el mundo. Leopoldo Méndez se auto-representa en la escena en un acto de meditación y creación, recostado sobre una pila de hojas o del "libro que es el origen de las profecías" . Se advierten dibujados en la primera plana la figura de un hombre vulnerado por bayonetas y "una calavera de Posada vuelta una medusa" , alusiva ambiguamente a la muerte y a la tradición gráfica popularizada por Manilla y el célebre grabador nacido en Aguascalientes, la cual continuaron Méndez y sus colegas de la LEAR y del TGP. En segundo plano, se disponen los elementos del escudo nacional en una inversión simbólica: El águila, con sus alas clavadas por cuatro puñales, luce inerte y crucificada sobre unos postes de madera rematados por tres cuchillas que "forman una esvástica" ; la monumental serpiente se despliega inmovilizando las garras del ave mientras repta hacia la retaguardia de una caravana que parece emerger entre las mandíbulas del reptil. La marcha se integra lo mismo por soldados, cuyos cascos distinguen su identidad nazi, que por peregrinos religiosos, "fanáticos con estandartes" , quienes se enfilan hacia la Ciudad de México. Tras ellos, se asoma una figura enfundada con un atuendo distintivo de la jerarquía católica y que parece bendecir la procesión. En el camino, se aprecian atados en sendas cruces dos personajes con distintivas corozas, condenados por el fanatismo y sentenciados a morir en la hoguera. El grabado en madera fue realizado en el año que marcaría el fin de la Segunda Guerra Mundial y sería un preludio de una activa participación del autor y sus colegas del TGP centrada en promover gráficamente distintas iniciativas en pro de la paz mundial. De acuerdo a la interpretación realizada por el caricaturista Rafael Barajas, esta estampa "más que una advertencia de lo que puede venir, es en realidad un recuento de los años que acababan de pasar, durante los cuales el grabador, ante la amenaza fascista que pesaba sobre México, realizó un trabajo consistente de propaganda gráfica" . Considerada por el crítico e historiador del arte Justino Fernández como la "obra maestra" de Leopoldo Méndez, esta imagen ha sido objeto de una amplia fortuna crítica. Francisco Reyes Palma apunta que, "en su narrativa múltiple, apoyada por la profundidad de planos, la complejidad compositiva y el juego de desproporciones y escalas, este grabado enlaza soluciones propias del monumentalismo de la pintura mural"