Cabeza de hombre barbado

Proveniente de una familia acaudalada dedicada a la exportación de seda, desde muy joven el artista amberino entró como ayudante al taller del pintor Van Balen, de quien aprendió el preciosismo de la pintura del quattrocento flamenco, y tiempo después ingresó al taller de Rubens, donde se convirtió en su alumno preferido. En 1632 viajó a Inglaterra como pintor de la cámara de Carlos I. Cabeza de hombre barbado retrata a un personaje anónimo del pueblo, con una clara inclinación hacia la crónica, que destaca el interés del pintor por los protagonistas más desprotegidos de su tiempo, característica poco conocida en su obra, pues contrasta tajantemente tanto con su propia personalidad como con el resto de su producción. Lo anterior propició ciertas dificultades en cuanto a la autentificación de la pieza y a la fecha en que se realizó, ya que, formalmente, la obra presenta todas las cualidades suficientes para considerarla como proveniente del pintor de Van Dyck, sobre todo por el manejo de la luz y el uso del claroscuro; sin embargo, es el sujeto lo que resulta distinto del resto de su trayectoria artística. Diversos especialistas en el periodo y en la figura del pintor han coincidido en la autoría de Van Dyck, pero no en cuanto a la fecha de elaboración de la pieza. Algunos la sitúan en 1610, cuando él trabajaba en el taller de Van Balen, en su ciudad natal; otros, hacia 1625, período en el que se hallaba en Palermo, donde completó su formación estudiando en forma particular a los artistas venecianos. La trayectoria de Van Dyck puede interpretarse como la de un historiador visual de su época, cuya producción destaca por la labor retratista que realizó en las cortes inglesa, italiana y flamenca. Fue donada al museo en 1972 por sucesión y perteneció a la Colección Dr. Axel Wenner-Gren.