Fonoteca INAH
No era la riqueza del subsuelo lo único que impulsaba la economía del estado, pues más allá de los nudos montañosos, donde se levantaban los reales de minas, abundaban las haciendas de campo en las que pastaban millones de cabezas de ganado y en muchas de las cuales se criaban, desde los días de la Colonia, reses bravas.Ciertamente, al finalizar el siglo XIX destacaban entre las ganaderías locales las de Tayahua, Tesorero, Santa Rosa, La Purísima, Presillas y, sobre todo, Malpaso, cuya cruza con la dehesa española de Veragua la mantenía entre las mejores del país; pero igualmente es verdad que, allá por los sesenta de dicha centuria, ya los astados zacatecanos figuraban entre los preferidos de los matadores y arrancaban, por su bravura y nobleza, el alarido de las multitudes. Y era tal la afición y las perspectivas que como negocio ofrecía para entonces la fiesta brava que, el 22 de noviembre de 1860, Francisco J. Dávila obtuvo permiso para levantar un coso en el mesón de San Felipe, cuyo valor era de 10 mil pesos, y ya en el ocaso de la Intervención francesa el licenciado Agustín Llamas decidió construir otra plaza de toros, la de San Pedro, que fue inaugurada el 15 de septiembre de 1886 y que aún subsiste en la capital del estado.Para entonces Bernardo Gaviño, famoso diestro español en el apogeo de sus facultades y fama, imbuía vastos conocimientos a los toreros nativos, entre los cuales destacaba Lino Zamora, quien a más de tener el don de entusiasmar a las multitudes con su garbo y destreza, se ganaba los aplausos del respetable y abarrotaba los tendidos a base de ejecutar suertes inenarrables, por lo cual en el lapso comprendido entre 1873 y 1878 –en que presentó en la arena de Tlalnepantla a su discípulo Ponciano Díaz– reinó sin competencia en el arte del toreo, opacando a todos los espadas, inclusive a su maestro Bernardo Gaviño, pues era “tan habilidoso para ejecutar el ‘cambio’ que colocaba con frecuencia banderillas cortas y parches de colores con las manos y los pies, hasta llegar a la temeridad de clavar una naranja en cada cuerno del burel mediante dos ligeros movimientos engañosos con la cintura, uno hacia la derecha y otro hacia el lado contrario”.
Data Sheet | |
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Title | Corrido de Lino Zamora. 10. Testimonio musical de México, volumen 61 |
Creator | Fonoteca INAH |
Type object | Grabación de audio, Música |
Institution | Instituto Nacional de Antropología e Historia |
Credits | Cortés Figueroa, Javier (recordist), Aquino Gómez, Jorge (Conductor), Gutiérrez Acuña, Pedro (Musician), Músicos y cantantes de la Casa de la Música Mexicana S. C. (Musician), Lazcano Jiménez, Mario Alberto (Musician), Hernández Zarate, Ariana Lizbeth (Musician), González Padrón, Jesús (Musician), Lugo Reyes, Adolfo Guadalupe (Singer) |
Available formats | JPG |
Identifier | oai:mexicana.cultura.gob.mx:0014137/0092385 |
View original record | http://mediateca.inah.gob.mx/islandora_74/islandora/object/musica%3A1428 |
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