Revista Tierra Adentro 56, Quinto centenario

Cinco siglos de la exploración de las tierras ignotas o de una civilización interrumpida, según la perspectiva que se adopte, es la propuesta de Tierra Adentro a sus lectores, casi a punto de iniciarse los falsos conmemorativos, inevitablemente acompañados por críticas e impugnaciones. Alrededor del pensamiento y la obra de Octavio Paz, el escritor y humanista de México que más ha reflexionado sobre nuestro pasado y nuestro presente, se han expresado numerosos análisis con motivo de un Premio Nobel que honra no sólo a nuestras letras, sino a la literatura en lengua castellana. Las nuevas generaciones han podido descubrir o redescubrir así la obra de Octavio Paz. Durante un año los jóvenes han decantado las diferentes perspectivas, pero desean también aportar sus propias versiones sobre tan señera figura una vez que plumas reconocidas lo han hecho. Por ello, a lo largo del próximo año, Tierra Adentro ofrecerá un panorama de la lectura de Octavio Paz por los jóvenes de diversas zonas del país, que permita una revisión más allá de la búsqueda de actualidad porque él representa para el pensamiento mexicano una referencia necesaria. Hoy hemos intentado reunir aportes en diversos sentidos –si bien destacan los que se recuperan las hondas raíces de nuestro pasado indoamericano-, recurriendo no sólo a las variadas literaturas indígenas que en una muestra no exhaustiva preparó y reseñó, en forma rigurosa, Carlos Montemayor. No es casual que la presentación bilingüe de dicha antología se acompañe, en otras páginas, con los poemas del excelente poeta y novelista brasileño Lêdo Ivo y de Fernando Ferreira de Loanda, nacido en la distante África portuguesa y formado en tierras cariocas, porque deseábamos conjuntar no sólo algunas lenguas indígenas, con su riqueza espléndida, sino también la lengua de las repúblicas de Cervantes con la que es propia de las repúblicas de Camõens. Antípodas de la interpretación de estos cinco siglos son, por un lado, la reflexión de Rubén Bonifaz Nuño que lleva el incendio de una "nueva declaración de independencia" y el humor en la prosa ágil de Gerardo Cornejo, y, por el otro, el acercamiento de Dante Medina a la obra de José Luis Martínez, estudioso, ya clásico de la historia de las Indias y de Cortés. A ello se agrega la revisión, por Juan José Barrientos, de la figura de Colón en el cine, el "descubrimiento teatral" americano de Lady Rojas, en lo que respecta a creación literaria, la poesía de Héctor Carreto y una breve muestra de literatura joven de Tlaxcala. Acerca del mundo de los antiguos mexicanos traemos las palabras de Joaquín Galarza, entrevistado por Luis de la Peña, el examen antropológico de una supervivencia ritual elaborado por Lorenzo Ochoa y Ana Bella Pérez-Castro y la visión de Germaine Gómez Haro en torno a los códices, anunciados, de alguna manera, por los cantos deslumbrantes de Juan Bañuelos cuyas "Estelas de los confines" abren algunas páginas de Libro de los orígenes. Otra entrevista, realizada por Norma Garibay, entrega las impresiones de Jorge Reyes acerca de su labor experimental con nuestras raíces musicales indígenas. La muerte anticipada del siglo, ocaso de una interpretación del mundo, y también la caída anticipada del sol devorado por las sombras en la elipse que recorrió de Aztlán a Tenochtitlán, se han llevado a Tamayo y los colores de nuestra tierra; por ello iniciamos este número con el examen que Jorge von Ziegler hace de la tarea educativa del artista, aportando datos y anécdotas a la manera de un discreto homenaje. ¿Quién mejor que Zalce para evocar la síntesis y el sincretismo de nuestro presente? Por eso nuestra portada lleva su devorador de peces, saturnino y goyesco como los días que corren. Con su vigor excepcional, Alfredo Zalce, uno de nuestros últimos grandes artistas plásticos comprometidos, aún nos sorprende, como lo describe la semblanza que sobre él hace Héctor Anaya. Otra forma de asimilar la tradición, mediante la cerámica, es sin duda la de Gustavo Pérez, cuyas formas y policromías recuperan un pasado y una sensibilidad que decodifica con precisión José María Espinasa, en la presentación del respectivo suplemento. Cabe decir, finalmente, que un número referido así a un tema que llega a la esencia de nuestras raíces, era del interés de Guillermo Bonfil; su participación lúcida, se ha visto trágicamente impedida.