TLÁLOC

Tláloc es una entidad sagrada tan antigua como Mesoamérica. Según Eric Thompson implica "...el culto a la lluvia, con los colores del mundo, los rumbos característicos y las deidades cuatripartitas derivadas o fundidas con las serpientes. Este dios desarrolló su esencia durante el periodo formativo y probablemente fue creación olmeca".

En el contexto religioso estuvo ligado a la agricultura, especialmente al maíz. Es la máxima autoridad en el Tlalocan -inframundo lúdico al oriente del universo, eternamente floreciente, destino de todos los que encontraron la muerte a través del agua-, sitio donde es asistido por unos seres fantásticos llamados tlaloques o chaques.

Las raíces etimológicas de su nombre provienen de las voces nahuas tlalli (tierra) y Octli (néctar), lo que puede significar que el agua era concebida como el alimento sagrado de la Tierra. En la gran diversidad cultural de Mesoamerica recibió varios nombres: se le llamó Cocijo entre los zapotecas, Dzahui en la zona mixteca, Tyoo por los chatinos, Chac por los mayas y, probablemente, Tajín por los totonacas. Para los mesoamericanos fue una de las deidades más importantes: el Templo Mayor, en Tenochtitlan, lo albergó junto a Huitzilopochtli, ya que -como señala Eduardo Matos- la agricultura y la guerra fueron las actividades económicas más importantes en la sociedad mexica.

Como sucede con múltiples deidades, su morfología está relacionada con sus atributos; a través del tiempo distintas civilizaciones lo representaron con rasgos en común, ataviado con unas anteojeras formadas por dos serpientes -a veces adornadas con volutas-, colmillos -elemento rastreable hasta la cultura olmeca- y, no rara vez portando un estandarte-serpiente. Su rostro casi siempre fue pintado en azul, negro o verde, para imitar las coloraciones del agua. En ocasiones se le representó con una bigotera montada sobre el labio superior, para simbolizar la puerta o el umbral de acceso al inframundo, en analogía con la capacidad del agua para penetrar la tierra.

Imagen tlaloc

Escultura de Chalchiuhtlicue
Institución: Museo Nacional de Antropología

""...el culto a la lluvia, con los colores del mundo, los rumbos característicos y las deidades cuatripartitas derivadas o fundidas con las serpientes. Este dios desarrolló su esencia durante el periodo formativo y probablemente fue creación olmeca"".

Imagen tlaloc

Contenedor
Institución: Museo Nacional de Antropología

Según el investigador José Contel, en términos plásticos, la elaboración de su rostro partió de nubes y lluvia, elementos que más tarde revaloraría el muralismo mexicano en las múltiples representaciones que realizó de este dios. Entre sus más antiguas versiones se encuentra el monumento 10 de San Lorenzo, en Veracruz, que expone un Tláloc enguantado y listo para participar en un evento gladiatorio, rito aún vigente en las comunidades de la montaña de Guerrero donde los habitantes pelean con cuerdas cubriéndoles los nudillos y máscaras, con la intención fundamental de atraer la lluvia. A Tláloc también se vinculan los sacrificios infantiles y los ceremoniales en cuevas que, como se ha señalado, eran concebidas en la antigüedad como las bocas del inframundo.

Una de las piezas más emblemáticas del pasado antiguo de México es el Tláloc que sirve de cancerbero al Museo Nacional de Antropología, el cual en 1964 fue trasladado por medio de dos enormes plataformas rodantes del poblado de San Miguel Coatlinchan, en el Estado de México, al museo más importante del país. Esta formidable pieza mide siete metros de altura y pesa 168 toneladas.

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