FERROCARRILES MEXICANOS
La historia del ferrocarril en México marca un precedente en la actividad económica y comercial de nuestro país. Los primeros intentos por consolidar este medio de transporte se llevaron a cabo en 1837 durante la gestión del presidente Anastasio Bustamante, quien otorgó la primera concesión a Francisco de Arrillaga para la construcción de una vía férrea de México a Veracruz. Sin embargo, no se llevó a cabo y es en 1842, que el presidente Antonio López de Santa Anna otorga una segunda concesión, ahora a la Comisión de Acreedores, para materializar un camino de Veracruz a San Juan; y en 1853 una tercera a John Laurie Rickards para completar la línea de Veracruz a la Ciudad de México. Al no mostrar resultados, otorgó otra concesión a la compañía de los hermanos Mosso en 1856, quienes posteriormente la transfieren a Antonio Escandón.
Para 1862, ya se habían construido 41 kilómetros que operaban normalmente. Los trabajos continúan tras la caída de Maximiliano y durante el gobierno de Benito Juárez, pero es hasta el año de 1873 que el presidente Sebastián Lerdo de Tejada inaugura la tan esperada ruta.
Durante el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada y posteriormente de Porfirio Díaz, se ampliaron y construyeron nuevas estaciones y comunicaciones ferroviarias llevadas a cabo por diversas compañías francesas, inglesas y estadounidenses.
Para el año de 1910, el país contaba con más de 20 mil kilómetros de vías férreas operando diariamente. Durante los últimos años de gobierno de Porfirio Díaz se crea "Ferrocarriles Nacionales de México" organismo que fungió para administrar las concesiones de todos los ferrocarriles del país.
Soldaderas (tren revolucionario), de Ignacio Aguirre Camacho
Museo Nacional de la EstampaDurante la Revolución Mexicana, los ferrocarriles mexicanos sufren un gran deterioro, y es hasta 1937 que el presidente Lázaro Cárdenas decide expropiarlos y nacionalizarlos.
Otro hecho que cambió la historia de los ferrocarriles en México se dio en 1995, cuando el presidente Ernesto Zedillo decide privatizar Ferrocarriles Nacionales de México. Finalmente, en 2001 se anuncia la desaparición de dicho organismo, y de facto México se queda prácticamente sin transporte ferroviario de pasajeros.