REFLEXIONES EN TORNO AL 8 DE MARZO
DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

“No somos un tema, somos
el 52% de la población.”

Claudia Ramos, periodista

Amalia Castillo Ledón pronuncia un discurso en una ceremonia

Instituto Nacional de Antropología e Historia,Sistema Nacional de Fototecas

 

Amalia Castillo Ledón pronuncia un discurso en una ceremonia

Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sistema Nacional de Fototecas

En 1789 la Asamblea Nacional Constituyente Francesa aprobó la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, el texto fundamental de la Revolución Francesa. Dos años después, en 1791, Olympe de Gouges —escritora, dramaturga y filósofa— redactó la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, uno de los primeros documentos que propone la igualdad de derechos entre mujeres y hombres. Algunos de los derechos que Olympe de Gouges defendía eran el derecho de las mujeres a votar, a participar en la vida política y a trabajar. Olympe fue condenada a muerte por el tribunal revolucionario por apoyar a la facción política de los Girondinos; murió en la horca en 1793 y sus demandas cayeron en el olvido.

Podríamos tener la tentación de creer que, a más de dos siglos de distancia, los hombres y las mujeres del siglo XXI vivimos en igualdad de condiciones y no necesitamos reivindicar derechos como los que defendía Olympe de Gouges. La realidad, sin embargo, indica lo contrario. En un mundo en el que abundan las desigualdades y las injusticias por motivos diversos, la brecha de género sigue presente y aunque los logros son evidentes, hay que resaltar que han llevado mucho tiempo y que todavía tenemos temas pendientes.

El derecho a votar, que Olympe defendía en 1791, se logró muchos años después. El primer país en aceptar que las ciudadanas votaran fue Nueva Zelanda en 1893 seguido de Australia en 1902. México se tardó cincuenta años más en reconocer este derecho, convirtiéndose en el último país de América Latina en reconocer el voto femenino: en 1953 el presidente Adolfo Ruíz Cortines promulgó las reformas constitucionales que otorgaron a las mujeres el derecho a votar en el ámbito federal y las mexicanas salieron a votar por primera vez en julio de 1955. Aunque parezca sorprendente, Kuwait reconoció el voto femenino en 2005, Arabia Saudita en 2015 y hasta el día de hoy en el estado Vaticano las mujeres no pueden votar.

La historia del voto femenino en nuestro país es larga y accidentada.
Algunas fechas y personajes clave son:

 

En 1884 las mujeres zacatecanas reclamaron el derecho al voto.

 

En 1887 apareció la primera revista feminista, “Las violetas del Anáhuac”, fundada y dirigida por Laureana Wright González y escrita solamente por mujeres quienes desde el primer número de la revista exigieron el derecho al voto.

 

En 1916 se llevó a cabo el Primer Congreso Feminista en Yucatán.

Hermila Galindo fue secretaria particular de Venustiano Carranza y envió al constituyente un escrito en el que solicitó derechos políticos para las mujeres. En 1916 envió una ponencia al Primer Congreso Feminista de Yucatán, "La mujer en el porvenir", que causó revuelo incluso entre las feministas.

 

En 1923 por primera vez tres mujeres resultaron electas como diputadas al congreso estatal: Elvia Carrillo Puerto, Raquel Dzib y Beatriz Peniche; además Rosa Torre fue electa como regidora en el ayuntamiento de Mérida. Sin embargo, cuando el gobernador Felipe Carrillo Puerto fue asesinado en 1924 ellas fueron obligadas a dejar sus puestos y el voto de las mujeres fue anulado (se había obtenido como derecho municipal en 1924 y como derecho estatal en 1925).

 

Amalia González Caballero de Castillo Ledón fue la primera mujer embajadora y también la primera mujer que formó parte de un gabinete presidencial (el de Adolfo Ruiz Cortines). Fundó y presidió el Ateneo Mexicano de Mujeres y el Club Internacional de Mujeres.

 

Adela Formoso de Obregón Santacilia fue una escritora, educadora, feminista y activista mexicana. Fundó y dirigió la Universidad Femenina de México.

 

María Lavalle Urbina y Alicia Arellano Tapia fueron las dos primeras mujeres que llegaron al Senado de la República en 1964.

Adela Formoso de Obregón Santacilia, feminista y actriz

Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sistema Nacional de Fototecas

Manifestación del Centro Feminista de la Casa del Obrero Mundial

Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sistema Nacional de Fototecas

Manifestación del Centro Feminista de la Casa del Obrero Mundial

Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sistema Nacional de Fototecas

Aunque es innegable que las condiciones de las mujeres han mejorado, seguimos teniendo temas pendientes. Según datos del Observatorio de igualdad de género de América Latina y el Caribe (Cepal):

En los países de América Latina persiste una importante brecha salarial, ya que por cada 100 unidades monetarias percibidas por los hombres las mujeres perciben sólo 83.9 unidades aunque tengan el mismo nivel educativo y desempeñen las mismas funciones, es decir, un 10% menos1. Según el Coneval, para las mujeres en condición de pobreza la desigualdad es mayor ya que ellas ganan 27% menos que los hombres2.

Persisten desigualdades en la calidad y en el acceso a los puestos de trabajo. Según datos recabados entre 2013 y 2014, de 72 grandes empresas de la región sólo 3 contaban con una mujer como directora general o presidenta, es decir, un 4.2%3.

Existe una participación desigual de las mujeres en la toma de decisiones. Las parlamentarias, las ministras del tribunal de justicia y las ministras de los gabinetes presidenciales no superan el 25%. Su presencia se concentra en los ministerios de asuntos sociales y culturales pero tienen mucha menor participación en los ámbitos económico y político4.

Valga esta exposición como un homenaje a todas las mujeres y hombres que han trabajado en favor de la igualdad en nuestro país, pero sobre todo como un recordatorio de lo que todavía nos falta. La solución a la exclusión, la falta de igualdad y otras violencias más graves —como la falta de derechos reproductivos, las violaciones y los feminicidios— pasa por desmontar el entramado de género que la mayoría interiorizamos desde la infancia y que nuestro entorno cultural refuerza con insistencia todos los días.

CDMX, 2019

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