El Cristo de la Piedad

La colección de pintura medieval del Museo Nacional de San Carlos constituye una importante ventana al arte y la cultura de la península ibérica de la Edad Media tardía. La mayor parte de sus piezas proceden de los territorios de Aragón, Cataluña y del país valenciano. Las obras pertenecían o estaban montadas en retablos que adornaban iglesias, y tal como fue costumbre durante todo el siglo XIX, fueron posteriormente desmontadas para ser vendidas como obras de arte individuales, al modo de pinturas de caballete. Tal es el caso de esta pieza, en la cual se percibe la influencia flamenca que predominaba en Valencia durante el siglo XV, especialmente en el tratamiento de los ángeles consistente en la estilización de las figuras, el detalle en la vestimenta y el manejo de colores contrastados. La diferenciación de los rostros y la expresividad es prácticamente inexistente, salvo en la imagen de Cristo. Durante mucho tiempo esta obra se consideró erróneamente una representación Ecce Hommo, pero no se trata de Jesús expuesto al pueblo por Pilatos, sino de su cuerpo sin vida, con las heridas de la crucifixión, dentro del sepulcro. Los ángeles sostienen elementos que no aparecen el episodio de la exposición al pueblo, como son la esponja, el recipiente con vinagre, las lanzas y los clavos de la cruz. Estos objetos forman parte de los llamados instrumentos de la Pasión, ligados al Cristo de la Piedad, cuyo origen iconográfico se remonta a la visión del papa san Gregorio el Grande. La pintura está enmarcada por un riquísimo trabajo en madera dorada con elementos arquitectónicos de la época. La obra la adquiere el ing. Alberto J. Pani en la subasta efectuada en el Hôtel Drouot de París en 1928 y perteneció a la colección de Jean Dollfus. En 1950, es donada al museo por el arquitecto Mario Pani, sobrino del Ing. Pani.