Paris y Helena

Antonio Solá fue un destacado escultor catalán que se formó en la Escuela de la Lonja de Barcelona, de la que surgieron varios artistas con sello propio. En 1802 marchó pensionado a Roma y desde allí hizo varios envíos a España. Por razones políticas permaneció en Italia el resto de su vida. En I808 fue encarcelado, junto con otros artistas españoles, por negarse a reconocer a José Bonaparte como Rey de España. Sin embargo, no cesó de enviar obras a su país ante los numerosos pedidos. Fue Maestro de la Academia de San Fernando y 1838 fue nombrado presidente de la Academia de San Lucas, cargo que pocas veces fue ocupado por un extranjero. Pese a su intensa actividad administrativa y educativa dentro de la Academia de San Lucas, el centro artístico por entonces más reconocido de Europa, son pocas las obras que se conocen de Antonio Solá. Destacan los monumentos Daoíz y Velarde, obra ubicada en la plaza Dos de Mayo de Madrid, que retrata a dos personajes luchadores por la libertad durante la ocupación Napoleónica de España, y el del escritor Miguel de Cervantes Saavedra , que se encuentra en la plaza frontal al edificio del congreso de Diputados. Vilar opinaba que el Cervantes, sería la obra que mayor fama le daría a su maestro. La escultura muestra los cánones vigentes de su época, el omnipresente modelo clásico y el depurado trabajo en mármol, representado por la naturalidad en la imitación de las telas y la perfecta anatomía de los cuerpos. Sin embargo, los lineamientos estéticos decimonónicos también se inclinaban por los grandes formatos. Es posible que esta pieza constituya un modelo a escala menor para la creación de una escultura de tamaño natural. Además, cabe considerar que las dimensiones reducidas facilitarían el traslado transcontinental. La inscripción colocada en el plinto deja constancia de que la obra fue realizada en 1840. Esta pieza representa el momento en que Paris, príncipe troyano, hijo de Príamo, seduce a Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, para huir juntos. Solá logró congelar la emoción de un momento preciso, a partir de la tensión que se crea por la mirada que sostienen los personajes. Para reforzar el enamoramiento de estos protagonistas de la mitología, Solá esculpió sus cuerpos en estrecho contacto. El tema se remite a la encomienda que Paris recibió de Zeus para decidir quién era la diosa más hermosa, si Afrodita, Hera o Atenea; episodio conocido como "El juicio de Paris". Cada una de estas tres divinidades femeninas trató de sobornarlo para ganarse su voto. La oferta más atractiva para Paris fue la de Afrodita, quien prometió que la mujer mortal más hermosa, Helena, se enamoraría de él. Las complejas circunstancias en las que se desarrolló el encuentro de Paris y Helena desataron la guerra de Troya.