Corrido de Cristóbal Ramos. 24. Testimonio Musical de México, volumen 54

Martes del ochenta y siete con tristeza recordamos; el treinta y uno de marzo ha muerto Cristóbal Ramos. Era un hombre decidido y tenía mucho dinero; en el crucero de Aquila fue tomado prisionero. En una Cheyenne verde, con placas de Sinaloa, salieron de La Placita Alfredo, Chago y Cristóbal La Cheyenne y cien millones el gobierno se ha llevado, dinero que lo llevaba para comprar el ganado. Fue una bella licenciada la que les tendió la trampa; se los llevaron cautivos a entregar la arena blanca. Ahí lo estaba esperando el coronel y su gente pa’ recibir a tres hombres, y ahí le entregó el teniente. Los mataron a mansalva como lo hacen los cobardes, como lo han sabido hacer con esas cabezas grandes. Luego que ya los mataron, los tiraron en El Chivo; querían lavarse las manos de aquel cobarde delito. Adiós bella licenciada, el coronel y el teniente; ya mataron a Cristóbal pues cuídense de su gente.

Uno de los narcotraficantes que rondaron por las costas y sierras del suroccidente del país fue Cristóbal Ramos, competidor de Marcial Tapia. Ambos cayeron en manos del ejército a finales de la década de 1980, lo que hizo que, en cierta medida, la zona se pacificara, pues cuentan muchas personas que sus enfrentamientos eran a muerte y que tomaban pueblos enteros bajo su mando; la gente tenía que huir al mar mientras estaban las balaceras. Los versos retratan mucho de la cultura del narcotráfico y, en cierta medida, representan a sectores de la costa del Pacífico, específicamente de Sinaloa.