Los vestigios sumergidos del
“encuentro de dos mundos”

 

Hablemos de lo hispánico para referirnos a esa civilización construida
en un conjunto complejo y muy extenso, formada por una nación del
continente viejo y la mayor parte de otro nuevo, que se encontraron e
incomprendieron cada día durante siglos; un ámbito donde los abusos
y la crueldad no faltaron, pero desde luego no constituyeron las piezas
fundamentales con que pudo ponerse en pie todo lo que hoy compartimos:
la lengua y la cultura, la visión del mundo y de la muerte.
Jesús García Calero

 
Y esta tierra, Muy Poderosos Señores, donde agora en nombre de Vuestras Majestades estamos, tiene cincuenta leguas de costa de la una parte y de la otra deste pueblo. Por la costa de la mar es toda llana de muchos arenales, que en algunas partes duran dos leguas y más. La tierra adentro y fuera de dichos arenales es tierra muy llana y de muy hermosas vegas y riberas en ella, tales y tan hermosas que en toda España no pueden ser mejores ansí de apacible es a la vista como de fructíferas de cosas que en ellas siembran, y muy aparejadas y convenibles y para andar por ellas y se apacentar toda manera de ganados. Hay en esta tierra todo género de caza y animales y aves conforme a los de nuestra naturaleza, ansí como ciervos, corzos, gamos, lobos, zorros, perdices, palomas, tórtolas de dos y de tres maneras, codornices, liebres, conejos, por manera que en aves y animales no hay diferencia desta tierra a España. Y hay leones y tigres1.
 

Esta es la descripción que hicieron a los reyes de España los expedicionarios que llegaron con Hernán Cortés a las costas de Veracruz en abril de 1519. Después de desembarcar en una pequeña isla en el Golfo de México —Chalchicueyecan, a la que Juan de Grijalva, otro de los expedicionarios españoles había nombrado como San Juan de Ulúa un año antes— Cortés decidió fundar la Villa Rica de la Vera Cruz el 22 de abril. La fecha está cargada de importancia histórica y de simbolismo porque marca el inicio de la conquista de México. Este hecho también deja constancia de la determinación de Hernán Cortés, quien había zarpado de la isla Fernandina (Cuba) con la encomienda de explorar las costas de Yucatán y volver a informar de los hallazgos al gobernador, Diego Velázquez. Cortés, en vez de obedecer las instrucciones de Velázquez, renunció al cargo de “Capitán general del gobernador de Cuba” e hizo que las autoridades de la recién fundada Villa lo nombraran “Capitán general de una nueva expedición” que sólo rendiría cuentas antes el rey de España. El resto ya es historia; mediante una combinación de astucia y de fuerza, Cortés y sus tropas fueron infiltrándose en la nuevas tierras, se hicieron de aliados y avanzaron hacia Tenochtitlan, capital del imperio mexica.

Todavía en Veracruz, bajo el impacto de las primeras impresiones, describieron a los nativos de esta parte del continente americano —olmecas, totonacas y huastecos— de la siguiente forma:

La gente desta tierra, que habita desde la isla de Cozumel y punta de Yucatán hasta donde nosotros estamos, es una gente de mediana estatura de cuerpos y gestos bien proporcionada, excepto que en cada provincia se diferencian ellos mesmos los gestos, unos horadándose las orejas y poniéndose en ellas muy grandes y feas cosas, y otros horadándose las ternillas de las narices hasta la boca y poniéndose en ellas unas ruedas de piedras muy grandes que parecen espejos, y otros se horadan los bezos de la parte de abajo hasta los dientes, y cuelgan dellos unas grandes ruedas de piedra o de oro tan pesadas que les hacen traer los bezos caídos y parecen muy disformes2.
 

A cinco siglos de distancia, sólo nos queda imaginar el asombro mutuo que seguramente sentían nativos y españoles en estos primeros encuentros de los cuales quedó constancia tanto en las crónicas de la conquista como en los códices.

En paralelo a esta historia hay otra menos conocida cuyos indicios yacen sumergidos en las profundidades del Golfo de México. Nos referimos, por un lado, a los barcos sumergidos en aguas mexicanas como consecuencia de los naufragios que eran algo muy común en una época en la que la comunicación entre un continente y otro se hacía exclusivamente a través del mar. Por el otro, a las cuevas y cenotes de la Península de Yucatán, 90% de las cuales —según palabras de los arqueólogos del INAH— tienen vestigios arqueológicos.

Detalle de un lienzo de la conquista de México

Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sistema Nacional de Fototecas

 

Detalle de un lienzo de la conquista de México

Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sistema Nacional de Fototecas

Entrevista de Hernán Cortés y los embajadores de Moctezuma

Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sistema Nacional de Fototecas

Entrevista de Hernán Cortés y los embajadores de Moctezuma

Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sistema Nacional de Fototecas
 

En ambos casos estamos hablando de patrimonio cultural sumergido, el objeto de investigación de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH. Fundada en 1980, los archivos de esta Subdirección tienen registrados 62 accidentes navales en las cercanías de San Juan de Ulúa en el periodo comprendido entre 1519 y 1597 y 425 sitios de patrimonio arqueológico sumergido en el Golfo de México y el Caribe.

Conocemos en parte la vida de los virreinatos y los documentos y hechos de la administración del imperio. Incluso estudiamos la literatura y el arte de aquel mundo que nos precede. Pero todo aquello sólo fue posible en tanto las rutas se hicieron permanentes. Con gran riesgo personal, y con un esfuerzo económico y humano que nuestras sociedades mantuvieron durante cientos de años, se puso en pie una red naval de astilleros y flotas. Naves, constructores y navegantes, científicos, marinos y exploradores, han dejado sus restos más relevantes bajo el agua (...) Los vestigios que la mar ha mecido durante dos, tres o cuatro siglos son frágiles testimonios de un mundo que está muy lejos de haberse estudiado en su totalidad.
 

Embarcaciones llamadas Naos o Galeones

Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sistema Nacional de Fototecas

Al lado de los ejércitos, los cañones, las lanzas, los arcos, las flechas y las cabalgaduras, el otro gran protagonista de esta historia es el mar con sus corrientes y sus vientos, sus tormentas y nortes, y su relación, a veces amistosa a veces enconada, con los navíos cargados de personas, animales, cartas y riquezas que, cuando naufragaban, se llevaban a las profundidades eso que llamamos “nuestra historia”.

Si quieres conocer más sobre el patrimonio cultural sumergido y los proyectos de la Subdirección de Arqueología Subacuática, te invitamos a navegar en nuestro acervo.
CDMX, 2019

1 Cortés, Hernán. Cartas de relación de la conquista de México. Cartas primera y segunda. CDMX: Secretaría de Cultura. Biblioteca Virtual de México, 2018.
2 Ibídem.
3 García Calero, Jesús. "Instrucciones para encontrar un tesoro: la batalla semántica del patrimonio subacuático de origen hispánico." Antropología. Boletín Oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia: Navegación y fortuna de mar, una mirada interdisciplinaria. Nueva Época. Agosto de 2015: 11.

GALERÍA

Cuevas y cenotes. El resguardo sagrado.
Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH TV

Las historias sumergidas de Veracruz
Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH TV